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Carmelo Arribas Pérez




Si Dimas,  el buen ladrón al que Jesucristo en la Cruz,  le concedió el Paraíso, por su arrepentimiento, es poco conocido, el otro, Gestas el malo, es un total desconocido para casi todo el mundo.

En el evangelio de San Marcos, (15-27) nos dice el evangelista, que: Crucificaron también con él a dos ladrones, uno a su derecha, y el otro a su izquierda.”

La pregunta que muchos se han hecho es: ¿ De verdad eran ladrones habituales en el sentido habitual de la palabra, que atracaban a todo el que podían, o más bien aunque lo fueran, eran, sobre todo, asaltantes de convoyes romanos, para robarlos,  en una mezcla entre lucha contra los invasores y lucro? Y la mayoría se inclinan más bien por lo segundo, debido sobre todo a la ejecución a la que son condenados, que es una muestra pública cruel y a la vista de todos, para que sirviera de ejemplo.

Incluso, la muerte de Cristo, no fue sólo por motivos religiosos, sino principalmente, una mezcla entre  intereses económicos, no precisamente muy limpios de los que se lucraban los encargados de los asuntos del Templo, tal como se insinúa en el relato evangélico: “ Llegaron a Jerusalén. Y, entrando en el Templo, comenzó a expulsar a los que vendían y a los que compraban en el Templo, y volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo. Y les enseñaba diciendo—¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Vosotros, en cambio, la habéis convertido en una cueva de ladrones

Lo oyeron los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y buscaban el modo de acabar con él; pues le temían, ya que toda la muchedumbre quedaba admirada de su enseñanza. –  Y ante esto, es evidente que se lo querían quitar de en medio, no fuera que la gente le siguiera y les fastidiara los negocios. Y le temen tanto, que buscan el apoyo de los romanos, a cuyas manos le entregan, convenciéndolos de que se trataba de un político, no de una persona religiosa aunque a ellos tampoco les gustaba que nadie tuviese un gran prestigio y que pudiera arrastrar tras de sí al pueblo   a una confrontación, de ahí la burla del cartel puesto sobre su cabeza: Jesús Nazareno Rey de los Judíos.

Pero ¿de dónde salen los nombres de los dos ladrones que fueron crucificados con Él y que como Dimas y Gestas nos han llegado a través de la tradición? De “Los Evangelios Apócrifos”, esos relatos de donde ha bebido la tradición cristiana. Y nos dicen:
 «Y Dimas y Gestas, ambos malhechores, serán crucificados juntamente contigo».

Y el nombre de Gestas, de donde proviene, porque evidentemente el escritor del relato, se lo inventa.  Lo primero que viene a la mente es que pueda provenir de verbo latino, «gero», llevar, tener «…odium»= «odiar», cuyo participio «gestum», ha dado origen a la palabra castellana,»gesto», que habitualmente suele tener connotaciones negativas, por lo que definiríamos a Gestas como el que tiene un «mal gesto», «una mala actitud». Ya en su día, en un artículo para la revista de Semana Santa, imaginé que el nombre del soldado que atravesó con su lanza el corazón del Cristo, en lugar de romperle las piernas, (en el cuadro de Miguel Esteve, ( S.XVI)  muestra a S. Dimas en la cruz, y la marca de una herida en ambas piernas, como si le hubieran dado un golpe longitudinal) y al que se ha denominado tradicionalmente, como «Longinos», cuyo nombre bien podría venir, de tomar la «parte por el todo» y darle el nombre del instrumento que utilizó, la lanza, «longus»( longae hastae=lanzas largas)

Pero volvamos al cuadro, cargado de significados y leyendas. No es habitual, encontrar una representación de S. Dimas solo, ya que habitualmente se le suele representar en el Calvario, juntamente con Cristo, y con Gestas, muy identificables ambos, ya que  a Mal Ladrón se le coloca a la izquierda de Jesús y con la cabeza vuelta, y al Buen Ladrón a la derecha mirándole a la cara. Habitualmente no tienen los bazos extendidos, como Cristo, símbolo de rectitud de las obras, mientras que ellos los tienen flexionados, y muestran expresiones exageradas del dolor y el sufrimiento que padecen, en contraste con  Jesucristo que no manifiesta signos de dolor alguno. No son extrañas las representaciones de otras dos figuras, el ángel que cuida o que lleva en sus brazos  el alma del ladrón arrepentido,  y el demonio agarrado al cuerpo del ladrón malvado, para que al morir pueda llevarse al infierno su alma condenada.  

En el cuadro de Miguel Esteve, en primer término además del crucificado nos llama la atención el donante que está rezando, con no poca frecuencia los que encargaban los cuadros de algún santo de su devoción, solían describir qué es lo que querían que apareciera en ellos, haciendo válido el viejo dicho de que «quien paga manda». A los pies del ajusticiado hay una calavera, cuyo significado es múltiple. Por una parte puede definir el lugar donde está crucificado el Gólgota o «monte de la calavera», por otra, significa la muerte, pero también, y es un símbolo muy repetido en toda la iconografía de los santos, la penitencia. Si vemos sus piernas, bajo las rodillas tiene unas heridas longitudinales. Nuevamente volvemos a los Evangelios para que nos den su significado. S. Juan nos lo cuenta (Juan 19, 31-32) » Los  judíos, como era el día de la Parasceve, (día de la preparación para la Pascua judía), para que no quedasen los cuerpos  en la cruz el día de sábado, por ser día grande aquel sábado, rogaron a Pilatos que les rompieran las piernas y los quitasen. Vinieron, pues los soldados y rompieron las piernas al primero y al otro que estaba crucificado con Él, pero llegando a Jesús como lo vieron ya muerto, no le rompieron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó con su lanza el costado».

Las cruces solían tener un asiento a mitad del leño vertical, llamado «sedile», sobre el que se sujetaban los condenados a crucifixión para poder respirar, lo que hacía que el tormento de la crucifixión durara varios días hasta que el reo, cansado, moría habitualmente por asfixia. Cristo ya estaba muy agotado por los castigos de la noche anterior y debió de acelerar el proceso, pues ya había muerto. El hecho de que les rompieran las piernas era, para que al no poder sujetarse, murieran rápidamente. De ahí que el pintor ponga en su cuadro dichas heridas.

En lo alto de la pintura aparece un ángel, cuyo colorido y estética rompe con el conjunto, como si fuera de otra mano, llevando en sus manos el alma de S. Dimas. Pero no podemos dejar pasar por alto las escenas del fondo, en ellas aparece S. José llevando sobre un burro a la Virgen y al Niño, en esa iconografía tan habitual que representa la huía a Egipto, y ante ellos unos individuos armados ¿ Pero qué tiene que ver todo esto con S. Dimas? Volvamos nuevamente a los Apócrifos en este caso el de Nicodemo y allí nos cuenta, cómo Dimas, cuando la Sagrada Familia huyó a Egipto, les defendió de sus compañeros bandidos e incluso les protegió. S.Anselmo que se hace eco de esta historia, dice que al detenerles para robarles, viéndoles tan pobres y apurados, no sólo no les robó, sino que además les proveyó para el cami
La cruz en la que murió se conservó durante mucho tiempo como una reliquia en Chipre, hoy se piensa que es, el travesaño que  se encuentra en la iglesia de la Santa Cruz de Roma.

Miguel Ángel se acordaría  también de Dimas en su Juicio Universal, no es extraño, ya que este santo, además de ser el patrón de la Buena Muerte, le permite al evangelista transmitir uno de los mensajes más esperanzadores de la doctrina cristiana; nada está perdido hasta el último instante de nuestra vida, por muy mal que nos hayan ido las cosas, por muy pecadores se haya podido ser, nada está perdido, siempre hay una esperanza. Se podría pensar, que para qué comportarse en la vida, si al final basta un arrepentimiento y que «que me quiten lo bailao», pero sin embargo no todo es tan sencillo. San Mateo (Mat. 25 11-13) en la parábola de las vírgenes necias y prudentes, muestra que hay que estar siempre preparado, no puede uno «irse», volver a la boda y pretender entrar en el Banquete; «Llegaron más tarde las otras vírgenes diciendo: Señor, señor, ábrenos – Pero él respondió: En verdad os digo que no os conozco. Velad, pues no sabéis el día ni la hora» (en la que ha de venir la muerte). Y en esto aquel ladrón que murió junto a Cristo y al que la tradición nombró como Dimas, tuvo suerte. 

 

Carmelo Arribas Pérez

 

 

 

 

 

 

 



 

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