Margarita Inmaculada López de Ayala

Concejal Vox Ayuntamiento de Mérida


La juventud es aquella etapa de la vida en la que se vive con mucha ilusión y esperanza, teniendo toda una vida por delante.

Esta etapa se caracteriza por la energía, la curiosidad, y creatividad de los jóvenes. Es una edad en la que destaca tanto el ánimo como también la inmadurez.

Siempre hemos visto la juventud como un remanso de alegría, de frescura, de esperanza, queriendo en todo momento hacer cosas nuevas, explorar nuevos mundos.

La juventud constituye el relevo generacional de nuestra sociedad, nuestro futuro. Son nuestras nuevas generaciones en las que se ponen todas nuestras miras y esperanzas. En este periodo se nutren de nuestras costumbres, del sentido de patria y pertenencia a una familia, ciudad, región y país.

Los jóvenes se caracterizan por su mucho vigor, ilusión, ganas de prosperar, de saber, de conocer y explorarlo todo.

Los adultos ponemos nuestras miras en ellos, es la nueva generación de España que nos sucede, donde se han puesto los ojos para darles el relevo de padres a hijos, de mayores a jóvenes.

En la juventud se tienen múltiples oportunidades, es donde se van descubriendo y formando sus voluntades, sus ilusiones, sus capacidades y donde se van nutriendo de conocimientos, aprenden y tienen sus experiencias que les van construyendo social y políticamente. En este este periodo se va forjando su personalidad, aprendiendo a tener sus propios criterios. Es donde van definiendo sus vidas, eligiendo sus caminos, continuando las buenas costumbres e implantando otras más emprendedoras y actualizadas para el bien común de la sociedad.

Hoy en día las circunstancias están cambiando bastante en nuestra sociedad, no solo la falta de oportunidad de trabajo a la que tanto derecho y deber de acceder tienen, sino la proliferación de nuevas ideologías que ofrece el estado que desvían y destruyen nuestros valores naturales, que alteran la realidad, haciendo que haya confusión entre los jóvenes. Aumenta la era del individualismo, en que la comunidad esta desnortada, desorientada, en la que cada uno camina solo a su libre albedrío, sin una comunidad que los apoye, los guíe y los oriente bien en su caminar.

Desoyen los consejos de los padres, porque la sociedad les ofrece un millar de distracciones y entretenimientos que casi no pueden absorber y, por tanto, se confunden, se desaniman.

Si bien, el joven, encuentra a lo largo de su vida encrucijadas en las cuales tiene que tomar decisiones, también es cierto que la generación anterior, con su sabiduría, está ahí para aconsejar y dirigir a los jóvenes, compartiendo sus experiencias que les ayudan a decidir y a continuar su camino. De ahí la importancia de caminar en comunidad y dar bien el relevo generacional.

Muchos de nuestros jóvenes, que están bien formados en nuestros colegios y universidades, no encuentran apenas oportunidades para desarrollarse y complementar su formación con trabajos dignos y apropiados. Es por ello que se nos van de España buscando trabajo en nuevos mundos fuera de su país, perdiendo nuestra sociedad parte de los talentos jóvenes.

Tampoco se entiende muy bien cómo el gobierno deja que nuestros hijos se vayan de nuestro país en vez de fomentar e impulsar empresas para que la juventud viva en España, con su familia y en su cultura, continuando nuestra sociedad.

Otras situaciones paralelas que ocurren a nuestros jóvenes, que aún están todavía en “construcción” es que pasan, o pueden pasar, por etapas de tristeza, dificultad para concentrarse o perdida de interés por las cosas. Es por ello que no se debe separar la vinculación que existe, y debe existir, entre generaciones, entre adultos y jóvenes, para aconsejarles lo mejor posible con experiencia madura. Los mayores tenemos que seguir ahí aconsejándoles, apoyándolos y dirigiéndolos, aunque ellos decidan finalmente sus vidas. No podemos soltarnos del todas nuestras obligaciones para con nuestros jóvenes, nuestros hijos; ha de haber siempre un vínculo, un traspaso de experiencias, un consejo de la sabiduría del adulto para con el joven. Tienen que saber y sentir que estamos ahí para lo que necesiten. No debemos hacer compartimentos estancos de cada etapa de la vida, todo es relacionable, somos seres relacionables y vivimos en comunidad aprendiendo unos de los otros y caminando juntos.

Debemos luchar para que nuestros jóvenes no caigan en desánimos, depresiones, perdida de interés por las cosas, que tengan ideas de suicidio. Hemos de hacer comunidad y relación vertical de unas generaciones a otras, para sostenernos unos a otros.

Debemos crear, educar y formar a jóvenes fomentando el respeto, la rectitud de intensión, la seguridad en la elección, crear entornos donde la dignidad humana no se vea lesionada, y estar a al altura del hombre hecho y derecho. Y sobre todo cuidar a nuestros jóvenes para que sean nuestro relevo generacional: en la familia, nuestras tradiciones y en nuestras regiones. Y construyendo entre todos nuestro tejido humano en pro del bienestar común y el futuro de nuestro país. El compromiso es de todos.



 

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