Margarita Inmaculada López de Ayala

Concejal Vox Ayuntamiento de Mérida



¿Os acordáis de aquella época en la que emigraban los españoles para ganarse el pan de ellos y de sus hijos? Siempre empezaban con pequeños ahorrillos para los primero días, un expectante viaje sin saber qué se iban a encontrar con ganas y valentía, a la vez que temor y nostalgia al emprender esta nueva etapa de su vida en la que dejaban mucho atrás o todo, esta nueva aventura para algunos más dura que para otros, en la que deseaban conseguir un buen trabajo para abrirse camino en la vida y procurar el sustento de uno mismo y de los suyos.

Bien es cierto que Cuando hablamos de migración, nos referimos al desplazamiento de personas desde sus países, por muy diversas causas, migran desde sus orígenes dejando familia y amigos, para ir a un destino nuevo en donde se vuelven a asentar desde cero. La migración es un fenómeno que las personas han venido realizado desde tiempos inmemorables, siempre ha existido. Y la humanidad por una u otra razón abandonan sus orígenes para asentarse en nuevos poblados o unirse a los ya existentes. Este fenómeno ha dado lugar a una diversidad cultural, racial, económica, hay una inmersión por parte del emigrante que llega, introduciéndose en la nueva cultura de destino, sumiéndose en la cultura, costumbres y leyes del lugar, respetando y aportando trabajo y servicio a la nueva comunidad. Los emigrantes ofrecen su trabajo a la nueva sociedad a la vez enriquecen con un intercambio cultural y étnico, dentro de la filosofia del respeto y agradecimiento.

Sin embargo, la migración no siempre se da en un contexto feliz, por diferentes causas hay un trasvase demográfico, crisis económica, pobreza o hambruna, conflictos bélicos, desastres naturales, exilio…Se produce el vaciamiento del lugar de origen, dando lugar a un vacío cultural y afectivo para quien se queda, y por otro lado la llegada masiva de migrantes al lugar de destino genera una mayor demanda de recursos locales, organización, adaptación y reubicación.

En España, cuando el proceso de migración se produce de manera insostenible, descontrolada, sin políticas adecuadas, con intereses distintos y ocultos a los meramente inherentes a la inmigración regulada, se producen situaciones no deseadas y anormales. Esto da lugar a conflictos sociales, inseguridad ciudadana, en el que parece que priman la prerrogativa de los que vienen y no de los que están. Se hace, muchas veces, obviando las necesidades vitales básicas de los propios lugareños. Esta situación da lugar a un malestar general, una inducción a la xenofobia, a las peleas callejeras injustas, desencadenando violencia, racismo y otras manifestaciones extremas. La sociedad se revierte amparando y primando a la inmigración masiva e ilegal. Los inmigrantes son atraídos con métodos precarios, como el “efecto llamada” validando y consintiendo la actuación de las mafias para el tráfico de personas en situaciones precarias de transporte, aún con riesgos de sus vidas, sin control, sin planificación, llenando nuestras ciudades de inseguridad y de violencia. Todo esto sin orden ni concierto, utilizando nuestros recursos económicos, técnicos, materiales, indiscriminadamente.

Por otro lado el permitir inmunemente que se salte las vallas de la Frontera, nos pone en situación vulnerable al país entero, porque damos a entender que no tenemos seguridad ni normas de entrada y que el hecho de saltarse las leyes (fronteras) en este país no tiene consecuencias y siempre queda impune.

La inmigración produce otros fenómenos gravosos. Éste “efecto llamada” a países del tercer mundo y la actividad de las mafias que trafican con personas, va dejando ver cómo van arrancando de sus países a jóvenes (tesoro divino) prometiéndoles el paraíso de la vieja y podrida Europa, arrancándolos de su entorno y robándoles el tesoro de la juventud a sus familias, a sus países. ¿Para una vida mejor?. Se sustituyen sus valores naturales por nuevas necesidades no primordiales, vicios y malas costumbres. Pasan del esfuerzo de cómo ganarse y sustentarse el pan de cada día con el sudor de su frente y de su honesto trabajo diario a darles todo regalado y sin esfuerzo. Se convierten en esclavos de esta sociedad porque sí y se genera la conciencia del derecho y no del deber bien cumplido.

¿No sería mejor usar las políticas y los recursos para ayudar a estos países en origen?.

En España, toda esta entrada de inmigración ilegal masiva y el darles más privilegios que a los propios españoles, usando nuestros recursos e impuestos en detrimento de nuestra economía y derechos, produce desajustes y desequilibrios. Cuando llegan aquí, a nuestra tierra, nadie nos da explicaciones claras, de qué van a hacer aquí, a qué se van a dedicar, cuáles son los planes de futuro, qué ayudas y cuánto se destina a ayudar a los inmigrantes ilegales que vienen aquí, que intenciones tienen ellos, como se van buscar la vida, donde están sus mujeres, sus familias. Son muchas preguntas sin contestar.
También influye el tipo de inmigración que se produzca en un país, atendiendo a sus costumbres y tradiciones. La inmigración que hace que España siga siendo España es la que mantiene nuestras tradiciones y costumbres, como por ejemplo es la inmigración de Hispanoamericanos, que al ser procedentes de países hermanos, tienen las mismas costumbres, el mismo concepto de la familia y la misma religión, que a la vez nos respetan y son agradecidos, nos enseñan pacíficamente sus buenas costumbres y tradiciones. Mientras que algunos o muchos de los inmigrantes procedente de otros lugares no siempre se integran, (y los que lo hacen bienvenidos), pero peor aún es cuando tratan de imponernos otras costumbres, muchas veces enraizadas en otras religiones como el Islam, que tratan de imponer sus costumbres muy distintas y dispares de las nuestras.

Por poner un ejemplo, no se puede permitir, que los inmigrantes musulmanes impongan su visión de la mujer subordinada en muchos aspectos al hombre, cuando en el lugar al que llegan, de costumbres históricamente cristianas, los hombres y mujeres tienes exactamente los mismos derechos. El inmigrante debe adaptarse a su nuevo país de acogida, y no al revés. Si el inmigrante trata de imponer sus costumbres diferentes al nuevo país que lo acoge, es cuando empiezan los problemas. Si el país que los acoge, deja que éstos recién llegados impongan sus tradiciones, entonces se irá perdiendo poco a poco la identidad propia de la nación acogedora.

En otro orden de cosas, los intereses políticos colaterales, aprovechan ciertas circunstancias humanas para traer inmigraciones ilegales, tales como la baja demografia española, y la quieren suplir con inmigración, en vez de fomentar la familia española, protegerla e impulsarla. A la familia tradicional la tienen denostada, depreciada, marginada. Otros intereses rondan, ¿no será que quieren manipular la sociedad y sus bienes?, ¿querrán obtener votos a su favor?. ¿Diseñar la sociedad en cuanto a sus propios intereses?. ¿Emblandecer las voluntades y limitar las libertades?. Todo un diseño para romper la sociedad actual, para ensombrecer el sentido común y la armonía, para crispar y enfrentar a unos con otros en pro de intereses de unos pocos.

Quien tenga oídos para oír que oiga.



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