Fran Medina Cruz


 

Es hora, y quedan pocos días para ello, para que la ciudad de Mérida cobre identidad política propia. Y es que soltar amarras, dentro de una convulsa depresión política nacional, se hace necesaria. Dejar atrás las malas practicas de políticas sesgadas por ideologías, que en nada tiene que ver con los problemas reales de una ciudad, se hace imprescindible para comenzar a cumplir con lo que en verdad requiere y solicita cada ciudadano de Mérida.

Soltar amarras para no tener que mirar siempre al seno de un partido que, pocas veces o nunca tienen sus ojos mirando a Mérida. Y que sus representantes en la ciudad, siempre tienen “la duda lógica”, de estar cumpliendo con lo diseñado desde Madrid, sin salirse de los cauces ideológicos y de partido, para que su ambición política personal no se vea mermada, por el mero hecho de intentar realizar política municipal en vez de política de partido.

Soltar amarras para poder tomar las calles, diseñar la Mérida que visualizamos cada vez que un ciudadano solicita un cambio. Volver a ser lo que una vez fuimos. Una ciudad sin zona azul, con alternativas de aparcamiento, transitable y dinámica. Una ciudad del teatro, alcanzando cotas nunca antes imaginadas, integrando Mérida a la red regional de teatros o profesionalizando la Escuela de Teatro, entre muchas cosas. Diseñando una ciudad para la juventud, una ciudad que disponga de una universidad con múltiples alternativas de estudio, a la vez que se promueven alternativas de apoyo a todos los jóvenes con ganas de cumplir sus sueños. Actuar sobre el entorno urbano diseñando espacios agradables, fuentes, sombras, aseos públicos, actuación sobre edificios públicos abandonados para transformar el aspecto urbano cultural de todo nuestro espacio histórico. Son solo algunos ejemplos de lo que cada ciudadano de Mérida seguro alguna vez soñó. Una ciudad limpia, agradable, sostenible y dinámica.

Para todo esto hay que soltar amarras. Apostar por un partido de ciudad, de personas sin complejos ni compromisos políticos más allá de la propia ciudad. Un partido con nombre propio, con nombre de capital, con idiosincrasia extremeña, con orgullo de una historia de más de dos mil años, con memoria y con identidad propia.

Yo apuesto por XMérida, y apuesto por Miguel. Porque recoge todo aquello que siempre quise para mi ciudad, la que me vio nacer, y la que me formó, la que me hizo de esta manera. Extremeño y Emeritense como forma de ser.



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