Álvaro Vázquez Pinheiro y Montserrat Girón Abumalham

Unidas por Mérida (Izquierda Unida –Podemos)


A la sombra del neoliberalismo, la importancia del materialismo y el egoísmo imperante han apartado la defensa de los principios y valores que deben regir una sociedad, relegándolo a una mera cuestión estética a la que en realidad pocos le dan la importancia que se merecen. Y como todo, tienen su explicación. La política convertida en una faceta más de la lógica del espectáculo y la competitividad ha perdido buena parte de sus fines, y en este contexto es bastante común asistir a situaciones en las que diferentes representantes y cargos públicos afirman con toda contundencia defender algo para -seguidamente- hacer justo lo contrario. El ayuntamiento de Mérida es un buen ejemplo de todo esto.

Hace mucho tiempo que la política sucumbió a la lógica del mercado, en el que lo importante es únicamente sacar tajada y vencer a tus adversarios; en este contexto la credibilidad de los responsables políticos se encuentra bajo mínimos, y el respeto que merece la política y sus protagonistas han terminado por correr la misma suerte. Lo peor no es que esto ocurra, lo tremendo es que hay elementos de juicio más que suficientes para que este hecho esté más que justificado.

Una de las señas de identidad que se atribuye el PSOE es la defensa a ultranza de las políticas de igualdad entre hombres y mujeres y la eliminación de las trabas que han relegado hasta la fecha a las mujeres a un papel subsidiario en la sociedad española. Fue el PSOE de Zapatero el primero en adoptar iniciativas legales como la primera ley de igualdad, e iniciativas similares se adoptaron por parte de Vara en el ámbito de nuestra comunidad autónoma. Hay por tanto elementos que nos permitirían afirmar que algún papel ha jugado el PSOE en este ámbito. El problema surge cuando nos detenemos sobre la cuestión para -finalmente- poder afirmar justo lo contrario.

La política no es distinta de la vida, es por ello que, como en cualquier aspecto de nuestra existencia, somos conscientes de que la cosas que realmente nos importan son aquellas por las que estamos dispuestos a pagar un precio. Hablar es gratis, actuar de un modo consecuente con arreglo a lo que decimos defender no suele serlo. Ese es el filtro.

La defensa de la igualdad entre hombres y mujeres adquiere su importancia cuando la anteponemos a los costes que nos puede suponer. Un ayuntamiento consecuente con la defensa de la igualdad, es aquel que la sitúa como una prioridad, le pese a quien le pese; y eso en el ayuntamiento de Mérida no ocurre.

A principios de esta legislatura el ayuntamiento de Mérida financió con 90.000€ una actuación en nuestra ciudad del “cantante” Annuel, uno de los protagonistas de la escena del reaggetón, y al que no le duelen prendas en presentar a las mujeres como meros objetos sexuales, pues para él las mujeres no son más eso: carne con la que satisfacer tus deseos sexuales.

La organización y celebración de un concierto es una actividad empresarial legal, cualquier puede contratar a quien considere oportuno, y todas aquellas personas que lo deseen pueden disfrutar de los espectáculos que sean de su agrado; pero eso no significa que una administración pública puede destinar dinero publico a promocionar cualquier cosa. La presentación de este concierto contó con la presencia del alcalde de Mérida y de la delegada de igualdad del Ayuntamiento de Mérida. No hace falta añadir mucho más.

O sí. En breves fechas Stone & Music Festival ofrecerá un concierto de Plácido Domingo, una persona que, al margen de sus méritos artísticos, se ha confesado como un acosador sexual. La celebración de este concierto contará con la financiación pública del Ayuntamiento de Mérida. Otra vez. El argumento es el dinero, de los principios ya hablarán otro día.

La delegada de igualdad del gobierno del PSOE no se ha dignado a pronunciarse públicamente sobre el asunto, por lo que entendemos que la defensa consecuente de la igualdad entre mujeres y hombres no es asunto que le incumba, al menos cuando el asunto se pone serio, si parece serlo formar parte de un gobierno que no se despeina al financiar con nuestro dinero a figuras que pisotean la igualdad. Que vergüenza. Es lo que ocurre cuando la política se convierte en un negocio.

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