Fran Medina Cruz


A la pregunta de, si son necesarias las políticas socialistas en un mundo globalizado y gobernado por ciertas élites empresariales, que poseen más del 80% del negocio y el capital mundial, la respuesta es “si”. Si por socialista definimos políticas sociales y económicas basadas en el reparto equitativo y la conservación del medio ambiente. Nada más lejos de la realidad.

La realidad nos muestra un panorama muy distinto, ya que las políticas socialistas o comunistas, basan su potencial en el poder del estado sobre la sociedad y sus bienes, la falta de transparencia y libertad, y el dominio de la cultura y las ideas. Y las sociales basan su potencial en el valor de la libertad y la igualdad de oportunidades y medios. Y así surgen las revueltas, como las que se están resolviendo en Cuba y Venezuela. Aunque no debemos olvidar que el problema de latinoamérica no solo es producto del color de las políticas, sino más bien de los patriarcas de esas políticas, corruptos y desafiantes hacia todo lo que suponga libertades, modernidad y prosperidad. Da igual la ideología del gobierno, Colombia es un buen ejemplo, Argentina, etc. El problema reside en la propia corrupción existencial de los mismos, desde la descolonización hasta nuestras fechas.

China dio en el clavo cuando a las políticas socialistas, herméticas y autoritarias, con todas las características de un gobierno autoritario y represor, implementó una política económica de lo más aperturista y capitalista posible, donde el derecho de los trabajadores no está amparado, y solo el valor del producto y su competencia con el mercado mundial es lo que prima. Rusia, después de lo vivido con sus políticas quebradas de economía comunista se está apuntando al carro de la idea china.

El resto del mundo, sumergido en la dinámica de un concepto nada liberal pero si muy capitalista, está inmerso en el paradigma de que política aplicar, mientras que el yugo de un poder financiero que no puede manejar, desajusta economías nacionales a su antojo, jugando al juego de la bolsa como el que juega a los dados.

Con todo este panorama social y económico sobre la mesa, el mundo va conformándose a golpes de fracasos. Ni las políticas de socialistas marxistas y afines, ni las directrices de la élite conservadora pondrá solución al problema social y económico global. Mientras que el 80% del negocio mundial esté dominado por el 1% de la población toda idea caerá en saco roto. Y aquí no hay colores que valgan, pues sean del color que sea, serán siempre los mismos los que dominen el tablero de juego, a su antojo y con sus guerras particulares.

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